En 41 años me hago las mismas preguntas que muchos, ¿qué hago aquí? ¿para qué soy bueno? ¿Lo estaré haciendo bien? ¿por qué me pasa a mi? ¿Por qué la gente es mala, inconsciente o indiferente? ¿Tendré buenos hijos? ¿Seré amado(a)? ¿podré ser feliz algún día? Ah, pero las respuestas son más interesantes: La vida solo es una, tengo que ser fuerte, el mundo esta al revés, yo puedo solo, así me tocó, todos están equivocados y tantas más.
Tengo la convicción de que hay un momento en la vida, consciente o inconscientemente donde la verdadera pregunta es ¿Quién soy? Y así nos pasamos la vida (la única que creemos tener) definiendo y redefiniendo quien somos. Yo creo que somos quien somos en cada momento de nuestra vida solo que tratamos de encasillarnos en una sola persona para ser aceptados: soy la buena gente, la amable, la enojada, la independiente, la loca, el estudioso, el rebelde, el respetuoso, el empresario, el honrado y así muchos títulos más, sin darnos cuenta que siempre hemos sido todos o ninguno de los personajes que nos creemos o queremos ser.
Lo que nos falta es tiempo, tiempo de reflexión, tiempo para conocernos, tiempo para actuar por nosotros mismos, tiempo para entender que nuestra efímera y corta presencia en este mundo puede hacer una diferencia y la hace solo siendo nosotros mismos.
Hoy vi una película hermosa “A Beautiful Day in the Neighborhood” inspirada en en una entrevista a Fred Rogers, no lo conocía y terminé oyendo su discurso de graduación en 2002 en el Dartmouth College. Sigo pensando que no hay casualidades en la vida y hoy tocó ver esa hermosa historia que me hizo recordar como todos fuimos niños alguna vez también y como no los comprendemos y no comprendemos ni amamos al niño que nosotros mismos fuimos. Pude hacer tres ejercicios poderosos gracias a esta casualidad de hoy:
- Recordar mi infancia y sonreirle
- Hacer un minuto de silencio para traer a mi mente a todas las personas que con su amor y comprensión o falta de, me han hecho lo que soy y agradecerles por ello
- Reflexionar sobre lo que es necesario para trascender y vivir una vida con propósito
Nuestras vidas sin duda continúan y es nuestra decisión como damos cada paso, solo aspiro a que cada paso que doy me haga crecer en aceptación a mi misma y amor a los demás, determinación y disciplina para cumplir mi propósito en esta vida, confianza en que cada situación que pasamos es la que debe ser y convicción en que todo es posible.
Las batallas que libramos solo nos hacen más fuertes y más humildes, no deseo una vida sin batallas, sino poder verlas, lucharlas y aceptar su resultado, hasta que venga la próxima y contar con la suerte de que la última batalla de mi vida la lleve con serenidad, aceptación y alegría, con pasión e hidalguía, sin miedo. Quiero ser la heroína de mi paso por esta tierra agradeciendo y amando a todos los que me he cruzado por el camino.
Si hay una cosa que podemos empezar por aceptar que nos haría bien a todos y los que nos rodean, es ser nosotros mismos siempre, conozco muchas personas que lo hacen muy bien, pero para los que nos ha costado y aún nos cuesta, recordemos que cuando niños fuimos nosotros mismos, hasta que dejamos que la sociedad, los regaños, el quedar bien, el dolor y otros tantos más nos escondieran esa naturaleza del ser con la que todos nacemos.
No es cambiar quien somos lo que hará bien al mundo, es recordando y amando nuestra esencia, viendo afuera y copiando modelos que nos regresen la humanidad y la simpleza de vivir, apreciando lo que fuimos, somos y seremos, pero sin juzgarnos ni juzgar a los demás, porque la realidad que he descubierto es cada momento que vivimos y cada persona que conocemos tiene un rol en la vida del otro, no importa si ese rol haya traído buenos o malos sentimientos, todos estamos conectados por alguna razón…y si la esencia que descubrimos puede ser de servicio a los demás, entonces podemos no temerle al final de este camino pues habremos cumplido el propósito de la humanidad, crecer, evolucionar y ser mejores cada día, en cada generación.