Lo No-Dicho

La transformación es difícil. Primero, ¿quién dijo que necesitamos transformarnos, evolucionar y crecer? Lo sé, después de todo, soy una coach transformacional, ¿por qué debería preguntarme esto? Pero mientras blogueo mis dudas, me pregunto: ¿Qué quieren las mujeres, y por qué no salen y lo hacen? En otras palabras, ¿qué nos impide tomar decisiones audaces a medida que envejecemos? ¿Qué nos impide crecer intencionalmente?

Quiero hablar de dudas y decisiones, miedo y fortaleza, simplicidad y lo extraordinario. A medida que me he hecho mayor y las decisiones se han vuelto más impactantes, me pregunto: ¿Qué hace que la toma de decisiones sea tan difícil?

Dependiendo de nuestro entorno, algunas de nosotras estamos condicionados a perseguir la seguridad, pensando que la seguridad nos traerá felicidad y satisfacción. Sin lugar a dudas, la seguridad se encuentra en las bases de la jerarquía de Maslow, justo después de las necesidades fisiológicas, pero ¿qué pasa con el resto de las etapas de la pirámide de Maslow? ¿Por qué estamos atrapados en las necesidades primarias y hemos puesto la autorrealización en un pedestal del que ni siquiera hablamos, satanizándola a medida que las conversaciones se profundizan y excluyendo a todas las mujeres que se atreven a preguntar: ¿Hay más para mí?

El viaje en el que me embarqué hace 6 años comenzó con un deseo, uno que estoy segura de que más de nosotros tenemos, pero que nos hemos acostumbrado a ignorar. Mientras estamos en la persecución de la seguridad, empezamos a dormir nuestros sueños, vegetando nuestras pasiones y creyendo que servir el propósito de los demás es todo en la vida, esperando que esto nos lleve a la cima. Un día, sin embargo, nos despertamos a lo que parece ser una pesadilla que alguien más ha escrito y nos encontramos viviendo no nuestra propia vida, sino la de los demás.

Ese fue el momento de mi despertar. Empecé a escribir porque no podía hablar por miedo a ser juzgada, etiquetada, o remitida a una clínica para dementes. Era mi miedo; nadie lo creó por mí. Yo había construido una prisión propia, castigándome por cada mala decisión que había tomado y temiendo más de ellas.

El deseo de lograr más está incrustado en nuestro ser; estamos destinados a crecer y nunca parar. Sin embargo, no nos detenemos a pensar, creemos que no tenemos derecho a levantar nuestras voces y no tenemos fuerza para cuestionar y terminamos ocupándonos lo suficiente tanto así que no podemos pensar, tomar otro camino o tener una conversación profunda.

La rueda de hámster que puede ser la vida es una hermosa trampa; pensamos que vamos a ir a algún lugar y terminamos en los mismos lugares con el mismo ritmo que todos los demás, y entonces es ahí cuando todas nos preguntamos: ¿cuándo me volví tan ansiosa, corta de temperamento, aburrida y complaciente? Todo ocurrió mientras estábamos atrapadas en la rueda de la seguridad.

No hay suficientes voces ahí afuera que nos ayuden a ser audaces, a jugar grande, a salir de nuestra zona de confort, y no hay voces suficientes que nos recuerden la autorrealización. ¿Por qué es esto? ¿Por qué está todo el mundo tan asustado? No me tomen a mal, el miedo nos mantiene a salvo del peligro, pero no hay suficientes personas que nos estén recordando que el manejo del miedo es donde crecemos. Es exactamente lo mismo que aprender a caminar, a leer, a trabajar, a ser madre, jefe o empresaria. Todos amamos las historias de otros, pero ¿por qué no nos inspiran lo suficiente para salir y hacer lo mismo por nosotras?

Estoy en una misión para descubrir el miedo primordial en las mujeres, ¿es acaso la pérdida de la supuesta seguridad? ¿O subconscientemente pensamos que no merecemos la gloria de una vida extraordinaria? Cualquiera que sea el lado del recorrido en el que te encuentres en este momento, quiero decirte: ERES SUFICIENTE, MERECES ser extraordinaria, feliz y realizada. Seguí escalando la pirámide; prometo que todas llegaremos allí. Y cuando se ponga difícil, estaré aquí para darte un empujón, porque, ¡chica, estamos escalando!

 

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