Alguna vez han compartido una frase inspiradora en redes sociales? ¡Yo definitivamente sí y me encanta!
Poder decir lo que sentimos en palabras elocuentes de otro es de lo mejor que nos puede pasar, pues genera empatía, conexión y un sentimiento de no estar solos tratando de cambiar nosotros mismos y cambiar el mundo.
Todos creemos que la colaboración es una de las maneras de hacer un impacto positivo en nuestro efímero paso por la vida, que al final del día, no es más que nuestro camino a la muerte, pues como nos dicen, es lo único seguro que tenemos.
Pero, ¿Por qué será tan difícil de lograr? Tengo una teoría, a ver si me acompañan, pero si no, por favor colaboren para lograr una mejor respuesta. Mi teoría en base a mi vida se basa en que por naturaleza humana queremos ser buenos, pero también queremos ser exitosos, únicos, distinguidos, triunfadores, líderes y tantas acepciones más de altura que hemos escuchado y visto siempre. Esto se debe a que solo alabamos y ofrecemos recompensa a todo lo anterior mas no a la colaboración.
Desde pequeños la competencia de la mejor nota, el mejor deportista, el más elocuente y otros más, va minimizando el valor de los esfuerzos y maximizando el resultado inmediato individual, llevándonos eventualmente a un egoísmo que sin querer se arraiga en lo más profundo de nuestro ser hasta el punto que con los años ya no podemos ni verlo, solo lo justificamos.
A lo largo de la historia las personalidades que hoy recordamos y son emblema de nuestras vidas son una mezcla de diferentes pasiones, pero todas coinciden en estos puntos: convicción y esfuerzo..ahh y todos fueron llamados “locos” en su tiempo. Pero me es agradable ver ahora nuevos “locos” emergentes con mensajes de positivismo, bien común y colaboración que a poco a poco van trazando la ruta que desde lo más profundo de nuestra mente ya existía, como desempolvando caminos.Y es en este nuevo camino “desempolvado”, donde claramente todos aparentemente coincidimos querer andar, es donde renace una nueva sociedad.
Con una sonrisa en mi cara puedo decir que comparto la dicha de la transformación, sin embargo, la tristeza de que el cambio humano no llegue a las empresas genera una dicotomía entre pensar y actuar que es el mal eterno de la humanidad. Aún hoy, con palabras como ecosistemas financieros, tecnología, liderazgo creativo e inclusión, todavía vemos vestigios del dinosaurio del egoísmo y bien individual disfrazados de palabras como sana competencia, protección de marcas y otras más elocuentes, empresas enfocadas en limitar el crecimiento de otras para asegurar lo que ya tienen y no perder nunca ni un milímetro de su posición por temor a lo nuevo o a los nuevos.
Mi teoría, no es más que eso, una teoría, pero mientras seguimos avanzando hacia nuestra muerte, quiero seguir pensando que lo que dejamos no es una empresa ni una batalla ni una competencia, sino el espíritu naturalmente humano de colaboración que tenemos ahí bien escondido, pero que poco a poco va encontrando su camino al protagonismo de nuestras vidas.
Hombre, que aunque pensemos así de bonito siempre hay que cuidarse, porque por el contrario siempre habrá quien en el espíritu de aparente colaboración también solo busque su propio beneficio siempre, al fin y al cabo solo somos seres humanos aprendiendo a vivir, mi única esperanza es que nos demos cuenta que tarde o temprano también nos vamos a morir y serán otros los que tendrán que seguir descubriendo los caminos de una mejor humanidad.