Segun Google:
“El salario mínimo se ha definido como la cuantía mínima de remuneración que un empleador está obligado a pagar a sus asalariados por el trabajo que éstos hayan efectuado durante un período determinado, cuantía que no puede ser rebajada ni en virtud de un convenio colectivo ni de un acuerdo individual.”
“El salario se integra con los pagos hechos en efectivo por cuota diaria, gratificaciones, percepciones, habitación, primas, comisiones, prestaciones en especie y cualquiera otra cantidad o prestación que se entregue al trabajador por su trabajo.”
Llevo meses pensando en este tema, como empresaria me di cuenta que es fácil acomodarse a que el estado dicte las políticas de salario que merecen las personas por su trabajo, pero somos las empresas las que decidimos qué tipo de labor merece recibir esa cuantía. Comprendo, que es necesario imponerlo porque de lo contrario las empresas se aprovecharían del empleado y como buenos seres humanos que somos sería casi como volver a la esclavitud. Ante esto he concluido que la percepción de salario merecido es intrínseca de cada empleador y según varios factores, principalmente económicos y de mercado cada quien lo determina.
Lo que realmente me ha incomodado siempre es como afanamos palabras como “Justicia” amparados en que cumplimos la ley, y mi favorita es “el empresario se lleva el riesgo y merece ganar más”. No es que no comprenda los valores y la dinámica de los mercados de capitales y de fuerza laboral, pues como dice mi hermana ¨para eso te mandamos a la escuela¨, simplemente cuando algo me genera duda, no me lo puedo quitar de la mente hasta encontrar una respuesta que me satisfaga.
En el recorrido mental de encontrar estas respuestas, y después de utilizar varios métodos de motivación e incentivo para los colaboradores de mis negocios, jugando siempre a presupuestos y análisis complejos de rentabilidad, y por supuesto después de fracasar en el intento de unir una cosa con la otra, lo encontré. Descubrí que así como estamos condicionados (educados) a ser parte del motor que mueve los capitales en el mundo desde las posiciones, así condicionamos a nuestros colaboradores de salario mínimo a que vivan una vida “mínima” porque eso es lo que les enseñamos que se merecen.
Un día logré unir este pensamiento con las exigencias que tenemos para dar el mejor servicio. El cual en teoría consiste en seguir un discurso de venta preestablecido y aparentar estar siempre alegres porque una vez cada tres meses viene un extraño a evaluar nuestro comportamiento de servicio y juzgar nuestro trabajo en una visita de 15 minutos en el negocio, generando terror, angustia y una necesidad de complacer a un tercero que para empezar nunca antes nos había visitado probablemente y aparte no convive con nosotros para saber las cargas que llevamos encima en cada hora de trabajo, sí hablo de los mystery shoppers. En ese momento supe que no podía exigir sin saber el estado mental, emocional y económico de mis colaboradores, especialmente los de salario mínimo.
Este mes, contra todo presupuesto y con ventas más bajas de lo esperado, tomé la decisión de mostrarles que ellos no son para nada “mínimos” y que deberían tener aspiraciones más grandes, tranquilidad en sus hogares, soñar con vivir una vida mejor que puedan disfrutar con su familia y que cada gota de esfuerzo por ser mejores repercute directamente en este estado y además, que yo creo en ellos y en sus capacidades más de lo que ellos creen en ellas. Aumenté el salario de una unidad de negocio pasándolo de “mínimo” a L.12,000 mensuales más comisiones, ¿loco no? Pueda ser, el tiempo juzgará mi decisión, total, eso de ser loca me lo dicen todo el tiempo.
Confieso que es un experimento de psicología, y conste que no soy psicóloga ni coach ni mucho menos, pero aspiro a que si esto no nos ayuda a mejorar las ventas a través de un mejor estado mental y felicidad en el trabajo, al menos habremos aportado a que ellos mismos sepan el valor que tienen para cada negocio y cliente con las horas que nos dedican para que nosotros vivamos una vida más tranquila.