Un mundo que prefiere regalar que ser justo…
Hay una palabra que me enseñó mi mamá desde pequeña: JUSTICIA. Me costó mucho entenderla porque el mundo la tergiversa y adapta a como mejor le convenga, pero el COVID me la ha enseñado en su esencia.
Cuando vemos suspensiones de empleo, pero donaciones enormes en empresas millonarias; suspensiones de empleo, pero lucha por no pagar lo que corresponde; suspensiones de empleo, pero gente en sus mansiones; suspensiones de empleo, pero pedimos comida gourmet por delivery. Cuando vemos micro empresarios sin poder vender, pero aún regateamos las verduras.
Cuando vemos almas “desbordadas” de bondad y solidaridad donando dinero a terceros, pero no pueden compartir lo que tienen en su casa o lo poco o mucho que queda en su cuenta bancaria con sus empleados; cuando vemos empleados entregando la vida y su salud por una empresa, por un hospital, por la seguridad, por la noticia, por atender a un cliente bancario, por dispensar un galón de combustible…..pero no saben si llevarán comida a su casa este mes o el próximo o el siguiente.
Dar es fácil, ser justos no. Ser justos con el que trabaja siempre más horas de las que le pagas, con el que te asegura tus lujos, tu comida, tus viajes, con el que te cuida el negocio en la noche, con el que gana salario mínimo, con el que aunque sea sábado o domingo, estando con su familia, corre a atenderte a la primera llamada porque le pagas el celular Ser justos no es regalarle el salario sin trabajar, ser justos es atender el llamado de Dios para por fin recompensar lo hace que por ti todos los días; es estar ahí para el que siempre está ahí para ti, ser justo es no tratarlo como una máquina que hoy se enciende y mañana no, ser justo es navegar esta dificultad juntos, pero dando más porque tenemos más posibilidad y literalmente más dinero en el banco y en las tarjetas de crédito.
¿Cuántos hemos cambiado nuestros hábitos alimenticios para comer más barato y compartir lo demás? ¿Cuántos nos hemos abarrotado de cervezas, licores, finos quesos? ¿Cuántos tenemos las tarjetas topadas de tanta comida congelada? Me incluyo por supuesto en aquellos seres humanos a los cuales nos ganó el miedo a la esperanza, aunque sea por un momento. ¿Acaso por un segundo pensamos si ese mismo comportamiento es el que tendría Jesús Sacramentado ante la crisis? Pero igual estamos guindando ramas en las puertas porque queremos que el mundo sepa que somos cristianos católicos, o solo cristianos vaya.
Ojalá en esta crisis todos aprendiéramos a ser justos en lugar de bondadosos y caritativos, porque ser justos significa un balance, significa comportarnos en la misma medida unos con otros, significa pues como dice algún diccionario por ahí: “La justicia depende de los valores de una sociedad y de las creencias individuales de cada persona. El concepto tiene su origen en el término latino iustitĭa y permite denominar a la virtud cardinal que supone la inclinación a otorgar a cada uno aquello que le pertenece o lo concierne.”
En mi limitada capacidad analítica, al menos puedo concluir que como depende de las creencias individuales, me quedo con mi creencia, con la que me enseñó mi madre, así que no juzgo a los que no lo hacen de la misma manera, solo que yo lo haré a mi manera y si al final de mis días me preguntan que dominó mis decisiones, diré que fue siempre “el amor” porque el que ama está dispuesto a dar la vida por otro, SIEMPRE, no solo por los “suyos”, porque todo el mundo es de los “suyos”.
Así que esta crisis pueda que me deje pobre económicamente, pero espero que más que pobre de dinero, me deje rica en sabiduría, rica en esperanza, rica en fe, rica en compasión, rica en amistades verdaderas, rica en amor, porque con todo eso, el dinero se puede volver a hacer y con él, cambiar un mundo intoxicado de banalidades y egoísmos, al menos para los que me rodean.